#1: el maíz y el virus

18 min. de lectura

¡Hola!
Acá Mauricio Caminos. Te doy la bienvenida a la primera Semilla de Mahís, una serie de newsletters sobre Latinoamérica. Es un proyecto que nace por una curiosidad personal casi obsesiva que tengo con el continente y busca responder una pregunta tan básica y profunda como ¿Qué es Latinoamérica?
Estos envíos que denomino Semillas serán un viaje periodístico, político, cultural, intelectual, espiritual por nuestro territorio. Será como plantar una verdadera semilla para que al florecer nos permita conocer un poco más –o al menos hacernos nuevas preguntas– sobre esta tierra que se extiende desde Tijuana hasta Ushuaia.
En cada Semilla trataré principalmente de abordar dos temas, uno actual y otro no tanto, con entrevistas a referentes e historias originales. Estarán acompañadas de ilustraciones originales de Belén Amat y Diego Suárez Mendoza. También habrá recomendaciones sobre Latinoamérica que haya visto, leído, escuchado y demás maneras de aprehender.
Semillas de Mahís será un envío periódico, cada una aparecerá cuando salga. Y acá planto la primera.


@bel_amat

Ma-hís, maíz

Los taínos de las Antillas llamaban “ma-hís” al maíz, según los relatos de los españoles conquistadores. Para aquellos, “ma-hís” significaba “lo que sustenta la vida”. 
Ese valor que tiene el maíz aún continúa intacto en nuestro continente. “¿Hay algo más latinoamericano que el maíz?”, se preguntó alguna vez el intelectual y político venezolano Arturo Uslar Pietri. Y, bueno, parece que no.
Los restos arqueológicos de plantas de maíz más antiguos datan de por lo menos 8700 años y se encontraron en el Valle de Tehuacán, en el centro de México, donde el clima tan seco de la zona permitió que no se descompusieran los xilotes (el maíz tierno).
Desde entonces, su domesticación permitió que se cultive en todo el continente. De ahí que el maíz se conozca de tantas maneras dependiendo el lugar: choclo, tsiri, elote, tlayoli, jojoto, abatí, ñara, altoverde, capia, caucha, cuatequil, malajo, borona, millo, canguil, guate, malajo, sara…
Y eso solo en esta parte del mundo. Pensemos que a partir de la conquista, el maíz llegó a todo el mundo y hoy es el grano que más se cultiva, por encima del trigo y del arroz. 
Pero acá no me interesa mucho hablar de exportaciones –que de hecho las lideran países no-latinoamericanos como China o Estados Unidos, que incluso le vende a México desde que firmaron un tratado de libre comercio– , sino de la importancia que tiene el maíz, y otros cultivos autóctonos como la papa o la quínoa, para la cultura latinoamericana. 
Por eso contacté a Magda Choque Vilca, ingeniera agrónoma y coordinadora en Tumbaya, Jujuy, de la  Tecnicatura Superior en Cocinas Regionales y Cultura Alimentaria, la primera formación profesional de gastronomía andina del país. Tanto sabe Magda sobre el tema, que es conocida como “la reina de las papas andinas”.

Pueblos de maíz
“Podríamos decir que los pueblos de Latinoamérica son pueblos de maíz, porque desde México hasta Chile todos los pueblos tienen sus comidas en base a maíz”, me dijo Magda cuando la llamé semanas atrás.
Para ella, esa cultura gastronómica se transmitió de generación en generación por dos cosas:

  1. Por un lado, gracias al rol de la mujer que “es la que conserva la semilla y la biodiversidad en general en los pueblos del mundo, como nodriza de la base de sustento alimentario”.
  2. Y por otro lado, debido al valor simbólico que tienen los cultivos como el maíz más allá de la comida. Dice Magda: “La mirada del alimento en los pueblos nuestros no es lo que uno se lleva a la boca. Es un concepto más amplio: es el lugar, su territorio, las fiestas, la memoria, lo lúdico. Por eso hay maíces de Carnaval y hay papas de Semana Santa. El maíz, como es el que sembraste, el que produjiste, el que vuelve en el carnaval como chicha, también representa otra cosa. No es decir ‘siembro maíz porque ahora me da rentabilidad’: acá hay muchos costos y hay muchos beneficios que son intangibles”.

Me encantó lo que dijo Magda, esa idea de conexión casi espiritual con la comida. Y cierro con esta idea suya que me dejó pensando sobre cómo los pueblos latinoamericanos entienden al maíz:

  • “El maíz tiene una connotación de crianza, que no es el concepto de producción. El concepto de producción es un concepto de objeto, y el de crianza es de sujeto”.

Si te interesó el tema…

  • Después de nuestra charla, Magda me compartió por WhatsApp información sobre la Sociedad de Arqueología de La Paz, que lucha por conservar el maíz como patrimonio genético cultural de los pueblos.
  • En este video de Canal Encuentro, podés ver a Magda explicando sobre la importancia de conservar “in situ” los cultivos andinos como la papa, el maíz o la quínoa.
  • “Sin maíz no hay país” es una campaña que agrupa a movimientos campesinos, indígenas, científicos y sociales que rechazan el abuso y la mercantilización de las semillas en México, donde cada 29 de septiembre se celebra el Día Nacional del Maíz.
  • “Mahíz. Biodiversidad y Cultura” es un trabajo realizado por el Ministerio de Desarrollo Social en épocas de Alicia Kirchner para conocer las historias alrededor del maíz. Fue de mucha inspiración para este newsletter. Al final hay recetas tradicionales y hasta una recopilación de canciones latinoamericanas dedicadas al maíz, como esta del Chango Rodríguez.

@diego_suarez_mendoza_

Un virus en Latinoamérica

Imposible evitar hablar de la pandemia por el COVID-19 que nos atraviesa literal la vida desde marzo, y lo seguirá haciendo varios meses más hasta que aparezca la bendita vacuna.
Por su desigualdad histórica, los altos niveles de pobreza, y la debilidad de muchas de sus instituciones y democracias, Latinoamérica es la región en el mundo que más sufre el virus.
Solo un par de datos: Brasil, México y Perú se encuentran entre los diez países con más cantidad de muertos en el mundo (Colombia se suma en el puesto 11). Y, según la ONU, se espera que el PIB regional se contraiga un 9,1%, las exportaciones y remesas, un 20%; y la pobreza sume al menos 45 millones de personas más, llegando a su cifra global de 230 millones.
Ante semejante tormenta, ¿qué Latinoamérica podemos imaginarnos post-pandemia? 
Para pensar un poco el tema y ensayar una respuesta, hablé con Karina Batthyány, secretaria ejecutiva del  Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (más conocido como CLACSO).
Karina primero me pintó un estado de situación en la región: “En América latina el COVID puso de manifiesto las desigualdades que quedan a la vista como pocas veces antes”. Y enumeró: “La pobreza y la concentración de la riqueza, problemas de derechos humanos, corrupción, violencia, migraciones, postergación de los derechos de un conjunto importante de población, la ausencia del Estado”.
Ante semejante panorama, le pregunté cuál sería una salida posible. Y me respondió que la clave está en la unidad:

  • “Las búsqueda de soluciones tienen que diseñarse a partir de una tarea colectiva. No hay salidas de esta crisis de manera aislada. No hay forma de que cada Estado pueda llevar a cabo por sí mismo estas soluciones. América Latina está en condiciones de aunar esfuerzos para redefinir una nueva ecuación sociedad-Estado y también para apelar a las riquezas de sus capacidades humanas, científicas, culturales y sociales”.

Pero, ¿cómo lo hacemos?
Karina me planteó que entre los países debería firmarse un “nuevo contrato social” basado en valores como la democracia, la solidaridad, la interdependencia, la corresponsabilidad.
Según ella, ese programa de salida conjunta debería constar de seis condiciones. Cito textual:

  1. Rediseñar el modelo económico con la reducción de la deuda y una renta básica.
  2. Fortalecer la calidad de la democracia impulsando el diálogo entre organizaciones y el Estado para fortalecer la educación cívica orientada hacia la solidaridad y la cooperación, y no hacia el emprendedurismo y la competitividad a toda costa.
  3. Consolidar el acceso universal a la salud sin restricciones.
  4. Construir una nueva relación con el ambiente, reemplazar las visiones antropocéntricas e instrumentales que tenemos para retomar la idea de que formamos parte de un todo con la naturaleza y defender la vida en su conjunto.
  5. Acortar las brechas de género.
  6. Reformular el vínculo entre ciencia política y política para poder adoptar las mejores decisiones.

Está claro que su propuesta no es algo fácil de lograr, más teniendo en cuenta el escenario actual donde los gobiernos parecen jugar por separado, algo que no es coyuntural por la pandemia, sino que se arrastra desde hace tiempo. Como ya lo señalaba Juan Tokatlian en febrero de 2019: “América Latina camina hacia la debilidad y la desintegración”.
Pero Karina es optimista, pese aún al condimento extra de que la región es también territorio en disputa entre Estados Unidos y China. Para ella, existe un cuestionamiento a la globalización neoliberal del cual Latinoamérica puede beneficiarse:

  • “Es una oportunidad para reforzar la cooperación regional. Las dinámicas de las relaciones internacionales actuales muestran que el orden construido atraviesa una fase de profunda transformación, lo que provoca un alto grado de incertidumbre. Pero los desafíos y oportunidades de este proceso podrían avanzar hacia la construcción de una globalización más democrática. Estamos ante una oportunidad de avanzar en formas de cooperación más horizontales”.

Si querés seguir el tema más de cerca…

  • Pensar la Pandemia es el observatorio social que creó CLACSO para investigar e interpretar en distintas asignaturas esto que nos está pasando con el COVID-19.
  • En esta nota, la socióloga Maristella Svampa reflexiona sobre el mundo post-pandemia y dice que tenemos que empezar a darle más bola a la cuestión sanitaria y ambiental. 
  • En esta crónica desde Colombia, Julie Turkewitz y Sofía Villamil documentaron para el New York Times cómo el coronavirus agravará la desigualdad en la región.
  • Y en el Dipló conversaron el periodista Ignacio Ramonet y el ex vicepresidente boliviano Álvaro García Linera sobre Latinoamérica después de la pandemia.

Si llegaste hasta acá, no me queda más que agradecerte por leer la #1 Semilla de Mahís. Este es un proyecto independiente y hecho con amor, por lo que para mí es muy importante tenerte del otro lado.

  • Si te gustó, te invito a que lo compartas y lo hagas circular. Podés seguir Mahís en Instagram y Twitter, donde hay novedades y cuento más cosas de las que entran acá.
  • Si querés desuscribirte, abajo de todo hay un botón con esa opción. Si no funciona, escribime a proyectomahis@gmail.com.

Para cerrar, y como este fue el primer envío de un proyecto nuevo, van recomendaciones de también proyectos nuevos latinoamericanos que conocí en estos días:  

  1. En Chasquis Cartas amigues latinoamericanos se cuentan cómo les atraviesa la migración. Es una forma distinta de ver los lugares que habitamos, en su caso de manera muy personal, a veces hasta melancólica. Si querés recibir sus mails cada semana, suscribite acá. 
  2. Últimamente los podcasts están de moda, pero Radio Ambulante existe desde hace diez años, con historias originales de Latinoamérica. La novedad que te quiero recomendar de ellos es El Hilo, que se sumerge en un tema en profundidad todos los viernes.
  3. La última es Humus, un proyecto del sitio cordobés La Tinta, donde entrevistan a mujeres, lesbianas, travestis y no binaries para despertar nuevas ideas en América latina.

Eso es todo por ahora.
En el próximo envío, voy a hablar del significado histórico del 12 de octubre de 1492 y de qué pueden significar las elecciones de Estados Unidos para Latinoamérica.
¡Hasta la próxima Semilla!
Un abrazo,
Mauricio.

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